Me pedís
que os hable de mi experiencia en África y son tantas las vivencias en estos
siete años que llevo en Mozambique que es muy difícil exprimirlas en un folio,
pero quiero comunicaros lo que me ha ido cambiando el corazón.
Cuando
llegué a Mozambique todo me parecía tan extraño, tan diferente a nuestra
cultura, que todo a veces me parecía imposible. Sólo después de algunos años
comencé a comprender. La forma de ser de sus gentes, sus costumbres, sus ritos
y tradiciones, con sus porqués.
Primero
vi de cerca el sufrimiento de la gente del campo, que durante los primeros
meses del año pasa hambre, porque sus cosechas no producen debido a las sequías
o a las abundantes lluvias que hacen que lo pierdan todo. Sobreviven en
condiciones muy precarias, y gracias a las pequeñísimas ayudas de algunos
proyectos puntuales.
Como
consecuencia de esta situación de hambruna, sobre todo los niños padecen desnutrición, y muchos mueren, como un
bebé al que trajeron totalmente deshidratado al centro médico (donde trabajaba
una de nuestras hermanas) cuando ya no
había nada que hacer por él, sólo esperabamos su muerte.
A lo
largo de estos años he podido vivir de cerca el sufrimiento de la gente, pero
al lado de tanto dolor también la fe profunda de tantos hombres y mujeres que
día a día ponen su confianza en DIOS. El conquistó sus corazones y cada semana,
en la misa dominical, niños, jovenes, adultos y ancianos celebran la liturgia
con tanta alegría que es imposible no vibrar.
Cuando se
sintoniza con el canto y la danza litúrgica africana, creo que se ha llegado al
corazón de la cultura y de la persona africana. Por eso un filósofo africano cambió
la expresión de Descartes y dijo “danzo, luego existo”.
En África
es imposible no expresar con el cuerpo aquello que se lleva en el corazón. La vida aquí tiene su ritmo,
muy lento para el que llega de de la cultura europea, es preciso descalzarse
como Moisés y entrar com mucho respeto.
Porque África, no entiende de prisas, extrés; sí de armonia, escucha y
comunicación. Lo que cambia el corazón en África son sus gentes, sobre todo su
alegría. Su secreto, “sólo Dios basta”, El lo sabe todo, lo comprende todo, lo
permite todo. Por eso el sufrimiento, la lucha, los desafíos, mantienen al
hombre y a la mujer africanos en pie. Y si cae no tarda en levantarse, como su Señor.
Cada día
me doy más cuenta de la gran riqueza humana y espiritual de este país, que conoció,
muchos hombres y mujeres de fe que entregaron sus vidas por causas tan nobles
como la paz y la reconciliación, cuando el pais estaba dividido y luchando por
su independencia.
Cuando
se vive de cerca el sufrimiento de las personas, se llega a entender aquella
frase que Jesus dirigió a la madre Teresa de Calcuta y que hoy continua
gritando a cada uno de sus hijos y hijas:
“Dame de beber”.
Hna. Sonia Valiño
Romero fmmdp desde Tete (Mozambique)
Abril
2013
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