¡Aquí estoy!, envíame
Madrid, 8- 9 de junio 2013
Había llegado
un fin de semana muy importante para ocho de nosotros (con algunas faltas de
última hora), ocho del grupo del voluntariado misionero que hemos caminado
juntos hasta ahora y que, por fin, vamos a dar ese paso tan importante: vivir
una misión internacional. Nuestros destinos, Marruecos y Venezuela. Y así, con
las emociones, las dudas, los miedos y la ilusión llegamos una vez más a la
Casa Madre para compartir todo ello.
El sábado 8 de
junio iniciamos la jornada con una oración con la que destacamos nuestro
objetivo de profundizar en la misión, de empezar a llenar la maleta pero no con
cosas materiales sino con nuestros dones, con nuestras mejores cualidades. Así,
la divertida Oveja Pelada nos ayudó a reflexionar sobre aquello que tenemos
para compartir, eso realmente valioso que nos hace personas, nuestros talentos
y cualidades, aquello que hay más allá de nuestra apariencia y que nos da
confianza para “bailar” día a día. Un momento de soledad y tranquilidad nos
dejó indagar un poco más en lo que nos había llevado a esta experiencia de
voluntariado y a pensar cómo nos sentimos de verdad.
Tras el
descanso (café, kiche, bica…vamos, lo que a zampar se refiere), presentamos
entre todos el proyecto de misión en Marruecos. Cada uno aportando una pequeña
pieza con su investigación, aunque alguno nos diese toda una clase de historia,
y con la grata presencia de María, que nos puso en antecedentes sobre todo lo
que íbamos a vivir en nuestra experiencia y nos acercó mucho más a esa realidad
a la que nos enfrentaremos. ¡Muchas gracias María!
Después de
reponer fuerzas con la comida llegó la hora de conocer la misión de Roberto en
un paraíso en medio de la sabana venezolana, Wonken. Su explicación, la de las
hermanas y varios reportajes sobre el lugar nos dejaron a todos con la boca
abierta por lo fascinante del lugar y la labor que allí se ha hecho con la
población indígena. ¡Mucha suerte Roberto! Ya estamos deseando tenerte de
vuelta para que compartas tu experiencia.
La tarde aún
dio mucho más de sí. La visita a la Obra Social de San Antonio nos dejó, una
vez más, ser testigos de la gran labor de los hermanos franciscanos Capuchinos.
Gracias a su dispensario médico-jurídico y la voluntad de varios médicos,
atienden a decenas de personas a diario de forma gratuita y desinteresada. Poco
a poco, el dispensario se ha dotado del material suficiente para ir saliendo
del paso, pero siempre es necesario más y su director nos recuerda,
especialmente y con insistencia, la falta de, por ejemplo, un ecógrafo.
Tras la
visita, nos encaminamos (mejor dicho, nos ‘enmetrarnos’) para llegar a Plaza
España, donde depositamos nuestro granito de arena en forma de varias bolsas
cargadas de alimentos para la campaña del padre Ángel, de Mensajeros de la Paz,
en beneficio de los más necesitados.
El día había
sido relajado pero intenso. Y lo terminamos bien. Con una estupenda cena y una
caña por las calles de Madrid. Nos perdimos el karaoke, pero ganamos una “boda”.
El domingo amanecía
nervioso… o, mejor dicho, nosotros. Después de hablar de seguridad y recordar
posibles peligros y la forma de prevenirlos llegó la hora de la Eucaristía de
envío. Cada dos preparamos las ofrendas, la acción de gracias, las peticiones…
Y los familiares, amigos y hermanas iban llegando a la capilla. Un par de
ensayos y ya estábamos entrando los ocho, seguidos del padre Ángel, Misionero del
Verbo Divino, que nos acompañó una vez más en la celebración del domingo.
La aportación
de todos y cada uno de los presentes hizo muy emotivo y especial “el envío”.
Gracias a todos por el bonito apoyo y, por supuesto, especialmente y con todo
el cariño, a las hermanas franciscanas, por su detalle con nosotros, su labor,
su sonrisa y su fuerte abrazo que siempre nos deja cargadas las pilas.
Más relajado y
más íntimo que ninguno, el encuentro había llegado a su fin. Después de la
comida en familia nos fuimos despidiendo uno a uno, ya con un solo pensamiento
en la cabeza: el envío.
Así que, hasta
pronto. Y nos vemos con las maletas llenas.
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