Almería, Roquetas de mar, Las 200. Un destino y un
objetivo: dar todo de mí.

Los comienzos siempre dan un poco
de miedo, no conocía la congregación ni el sitio al que iba, pero con decisión
de pasar la mejor semana posible y así fue. Es sorprendente como en una ciudad
hay barreras sociales tan grandes; a un lado el turismo costero,
urbanizaciones, zonas de ocio y en medio
de todo eso, a las afueras cerca de lo que llaman el “mar de plástico”
encontramos “las 200”. Un barrio pobre,
sí, pero de corazones ricos.

Es tan maravilloso trabajar con los niños, ellos te lo dan todo a cambio de nada, niños que no han tenido una infancia fácil pero que a pesar de ello nos recibían con una sonrisa todas las mañanas,alegres y agradecidos por nuestra labor allí, que esperaban con ganas la hora en la que le dábamos la merienda, ojalá supiéramos todos valorar un vaso de zumo, un bocadillo, un trozo de sandía, un beso o un abrazo tanto como ellos porque por desgracia no valoramos estos pequeños detalles, pero que son tan importantes a la vez ante todo esto solo podemos ayudar y valorar lo que tenemos y tener en cuenta esta realidad tan diferente a la nuestra y que tan cerca tenemos.
Allí se quedo un trocito de mí y
del Voluntariado Misionero Ana Mogas “Cuenta Conmigo”.
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Sara Valenzuela (julio de 2016, Córdoba) |
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