jueves, 20 de junio de 2013

Convivencia y Envío Misionero, 8-9 junio 2013

¡Aquí estoy!, envíame
Madrid, 8- 9 de junio 2013

Había llegado un fin de semana muy importante para ocho de nosotros (con algunas faltas de última hora), ocho del grupo del voluntariado misionero que hemos caminado juntos hasta ahora y que, por fin, vamos a dar ese paso tan importante: vivir una misión internacional. Nuestros destinos, Marruecos y Venezuela. Y así, con las emociones, las dudas, los miedos y la ilusión llegamos una vez más a la Casa Madre para compartir todo ello.

   El sábado 8 de junio iniciamos la jornada con una oración con la que destacamos nuestro objetivo de profundizar en la misión, de empezar a llenar la maleta pero no con cosas materiales sino con nuestros dones, con nuestras mejores cualidades. Así, la divertida Oveja Pelada nos ayudó a reflexionar sobre aquello que tenemos para compartir, eso realmente valioso que nos hace personas, nuestros talentos y cualidades, aquello que hay más allá de nuestra apariencia y que nos da confianza para “bailar” día a día. Un momento de soledad y tranquilidad nos dejó indagar un poco más en lo que nos había llevado a esta experiencia de voluntariado y a pensar cómo nos sentimos de verdad.

   Tras el descanso (café, kiche, bica…vamos, lo que a zampar se refiere), presentamos entre todos el proyecto de misión en Marruecos. Cada uno aportando una pequeña pieza con su investigación, aunque alguno nos diese toda una clase de historia, y con la grata presencia de María, que nos puso en antecedentes sobre todo lo que íbamos a vivir en nuestra experiencia y nos acercó mucho más a esa realidad a la que nos enfrentaremos. ¡Muchas gracias María!

Después de reponer fuerzas con la comida llegó la hora de conocer la misión de Roberto en un paraíso en medio de la sabana venezolana, Wonken. Su explicación, la de las hermanas y varios reportajes sobre el lugar nos dejaron a todos con la boca abierta por lo fascinante del lugar y la labor que allí se ha hecho con la población indígena. ¡Mucha suerte Roberto! Ya estamos deseando tenerte de vuelta para que compartas tu experiencia.

La tarde aún dio mucho más de sí. La visita a la Obra Social de San Antonio nos dejó, una vez más, ser testigos de la gran labor de los hermanos franciscanos Capuchinos. Gracias a su dispensario médico-jurídico y la voluntad de varios médicos, atienden a decenas de personas a diario de forma gratuita y desinteresada. Poco a poco, el dispensario se ha dotado del material suficiente para ir saliendo del paso, pero siempre es necesario más y su director nos recuerda, especialmente y con insistencia, la falta de, por ejemplo, un ecógrafo.

   Tras la visita, nos encaminamos (mejor dicho, nos ‘enmetrarnos’) para llegar a Plaza España, donde depositamos nuestro granito de arena en forma de varias bolsas cargadas de alimentos para la campaña del padre Ángel, de Mensajeros de la Paz, en beneficio de los más necesitados.

   El día había sido relajado pero intenso. Y lo terminamos bien. Con una estupenda cena y una caña por las calles de Madrid. Nos perdimos el karaoke, pero ganamos una “boda”.

El domingo amanecía nervioso… o, mejor dicho, nosotros. Después de hablar de seguridad y recordar posibles peligros y la forma de prevenirlos llegó la hora de la Eucaristía de envío. Cada dos preparamos las ofrendas, la acción de gracias, las peticiones… Y los familiares, amigos y hermanas iban llegando a la capilla. Un par de ensayos y ya estábamos entrando los ocho, seguidos del padre Ángel, Misionero del Verbo Divino, que nos acompañó una vez más en la celebración del domingo.

La aportación de todos y cada uno de los presentes hizo muy emotivo y especial “el envío”. Gracias a todos por el bonito apoyo y, por supuesto, especialmente y con todo el cariño, a las hermanas franciscanas, por su detalle con nosotros, su labor, su sonrisa y su fuerte abrazo que siempre nos deja cargadas las pilas.



Más relajado y más íntimo que ninguno, el encuentro había llegado a su fin. Después de la comida en familia nos fuimos despidiendo uno a uno, ya con un solo pensamiento en la cabeza: el envío.

Así que, hasta pronto. Y nos vemos con las maletas llenas.














































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