jueves, 25 de julio de 2013

Lo inesperado


Lo inesperado

Una tragedia. Un accidente inesperado, como son todos los accidentes. Un tren que descarrila, llevando dentro 218 personas, 218 historias que están en marcha; de golpe muchas de esas historias se truncan –se habla ya de 78 fallecidos–. La muerte irrumpe de golpe; siempre prematura, pero hoy más. Al principio hay caos. Ahora, lo necesario es prestar toda la ayuda del mundo. Importa colaborar. Y, desde la fe, importa, cuanto menos, compartir una oración por las víctimas: 

Señor, que tu espíritu sea fuente de consuelo para familiares y heridos, traiga alivio, sosiego y esperanza. Hasta en la hora más oscura, o quizás especialmente en la hora más oscura. 
 
La vida es imprevisible. Y cada día hemos de vivirlo con hondura, con toda la seriedad, la pasión y la urgencia del mundo. Porque cada día importa. Porque no sabemos lo que nos deparará mañana. Por nuestra misma fragilidad. Por el peso de lo inesperado.

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