EN MI BARCA NO HAY ORO NI ESPADAS…
EXPERIENCIA MISIONERA EN BENÍN
Durante un largo tiempo tintineaba en
nuestro interior el “Señor, en mi barca no hay oro ni espada, tan solo redes y
mi trabajo “. Yo acababa de jubilarme y en mi barca, no había, ni siquiera
redes y a partir de ese momento, ni trabajo. Nos sentíamos, sin caudal
espiritual que presentar al Señor y nuestras alforjas estaban del todo vacías y
por tanto sin bagaje que presentar cuando llegara el momento de la verdad. Solo
teníamos tiempo, mejor dicho, disponíamos de tiempo, ya que incluso el tiempo
es de Dios, y El nos ha hecho depositarios y administradores del mismo. Así,
pues, pensando en la parábola evangélica de los talentos y desconociendo, por
nuestra parte, cuantos talentos nos ha dado el Señor, amarramos lo único seguro de lo que
disponíamos, el tiempo. Y se lo quisimos entregar a su Dueño, pero revestido de
algún valor, como nuestro amor, nuestra entrega, nuestro sacrificio y nuestra
disposición a realizar lo que fuera de su agrado y que nos sirviera de moneda y
caudal imperecedero y que ni la polilla ni la herrumbre oxidara.
Esto resuelto, nos quedaba, dónde mejor emplear
nuestro tiempo y a qué obra o asociación dirigirnos para realizar nuestro
empeño. Pasaron por nuestra mente, muchas asociaciones, ONG de todo tipo, pero
no nos satisfacían ni colmaban nuestros deseos, ya que nuestra idea no es meramente
filantrópica, sino impregnada de sentido cristiano y evangélico. Por esas
fechas coincidió la venida a Madrid de Sor Lola Villazán.
Impulsados por esta fuerza que en nosotros
renacía, decidimos hacer de Dios el ideal de nuestra nueva vida, sin darnos
cuenta que a Dios lo teníamos tan cerca y dentro de nosotros. Para nosotros era necesario abandonar el
pasado puesto que ya no éramos dueños de
él y el futuro que Dios nos deparase, vivirlo intensamente en el momento que se
hiciese presente. Este presente
estaba ante nosotros de un modo real y crudo, puesto que nos vimos en un
ambiente tan distinto al nuestro que al comienzo sentimos temor de no poder
llevar a cabo todas las expectativas imaginadas. Procuramos, por todos los
medios a nuestro alcance adaptarnos al ambiente y costumbres nativas, poniendo
todo nuestro empeño y esforzándonos en conseguirlo, lo cual, a veces, no fue fácil. Nuestra pequeña experiencia, nos dice que no
hay vida cristiana, sino en aquellas personas que se abren a la cruz, haciendo
realidad las palabras de Jesús” si alguien quiere venir en pos de mí, tome su
cruz y me siga”. Con los ejemplos de amor y entrega con que éramos a cada
momento agasajados por la hermanas misioneras, no solo hacia nosotros, sino de
un modo especial, hacia esa gente tan necesitada de todo, nos sentíamos capaces
de olvidar y participar en sus luchas,
esfuerzos y conquistas que diariamente y con tesón conseguían a fuerza de
sacrificio y sobre todo amor hacia los más pobres y desvalidos y en especial
hacia los niños.
¡Qué escenas de ternura hemos vivido en la
misión! En el amor, nadie es tan pobre que no tenga algo que dar, y nadie tan
rico que no tenga algo que recibir. Este pensamiento nos animaba a poner en
práctica nuestras posibilidades de dar. Yo no lo sé, pero pienso que hay mucha
más gente necesitada de amor que de dinero.
Durante toda nuestra estancia en
Benín hemos sido felices, aunque también hemos probado ciertas amarguras. Sabemos con toda certeza que de lo poco o
mucho, más bien poco, creo yo, que hayamos podido dar, ha quedado largamente
superado y compensado por lo mucho que hemos recibido. El hombre cuanto más
tiene, menos ama, y cuanto más es y más se acerca a Dios, más ama, y es por eso
que nuestro entorno y nuestra sociedad que tiene tanto, no ama. Nosotros somos
lo que somos, no lo que tenemos, por eso nuestras hermanas misioneras del Benín
dan lo que son AMOR, ENTREGA, PAZ, ALEGRIA Y VIDA.
UN ABRAZO
CARIÑOSO Y FRATERNAL DE
MUCHA E IGNACIO
Villagarcía de Arosa, 20/09/2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario