martes, 30 de abril de 2013

Desde Mozambique...nuestra hermana Sonia Valiño


    
           Queridos amig@s del Voluntariado Misionero María Ana Mogas:

    Me pedís que os hable de mi experiencia en África y son tantas las vivencias en estos siete años que llevo en Mozambique que es muy difícil exprimirlas en un folio, pero quiero comunicaros lo que me ha ido cambiando el corazón.

    Cuando llegué a Mozambique todo me parecía tan extraño, tan diferente a nuestra cultura, que todo a veces me parecía imposible. Sólo después de algunos años comencé a comprender. La forma de ser de sus gentes, sus costumbres, sus ritos y tradiciones, con sus porqués.

    Primero vi de cerca el sufrimiento de la gente del campo, que durante los primeros meses del año pasa hambre, porque sus cosechas no producen debido a las sequías o a las abundantes lluvias que hacen que lo pierdan todo. Sobreviven en condiciones muy precarias, y gracias a las pequeñísimas ayudas de algunos proyectos puntuales.

    Como consecuencia de esta situación de hambruna, sobre todo los niños  padecen desnutrición, y muchos mueren, como un bebé al que trajeron totalmente deshidratado al centro médico (donde trabajaba una de nuestras hermanas)  cuando ya no había nada que hacer por él, sólo esperabamos su muerte. 

    A lo largo de estos años he podido vivir de cerca el sufrimiento de la gente, pero al lado de tanto dolor también la fe profunda de tantos hombres y mujeres que día a día ponen su confianza en DIOS. El conquistó sus corazones y cada semana, en la misa dominical, niños, jovenes, adultos y ancianos celebran la liturgia con tanta alegría que es imposible no vibrar.

    Cuando se sintoniza con el canto y la danza litúrgica africana, creo que se ha llegado al corazón de la cultura y de la persona africana. Por eso un filósofo africano cambió la expresión de Descartes y dijo “danzo, luego existo”.

    En África es imposible no expresar con el cuerpo aquello que se lleva  en el corazón. La vida aquí tiene su ritmo, muy lento para el que llega de de la cultura europea, es preciso descalzarse como Moisés y entrar com mucho respeto.          Porque África, no entiende de prisas, extrés; sí de armonia, escucha y comunicación. Lo que cambia el corazón en África son sus gentes, sobre todo su alegría. Su secreto, “sólo Dios basta”, El lo sabe todo, lo comprende todo, lo permite todo. Por eso el sufrimiento, la lucha, los desafíos, mantienen al hombre y a la mujer africanos en pie. Y si cae no tarda en levantarse, como su Señor.

    Cada día me doy más cuenta de la gran riqueza  humana y espiritual de este país, que conoció, muchos hombres y mujeres de fe que entregaron sus vidas por causas tan nobles como la paz y la reconciliación, cuando el pais estaba dividido y luchando por su independencia.

    Cuando se vive de cerca el sufrimiento de las personas, se llega a entender aquella frase que Jesus dirigió a la madre Teresa de Calcuta y que hoy continua gritando a cada uno de sus hijos y hijas:

“Dame de beber”.

                                                                                                               
                          Hna. Sonia Valiño Romero fmmdp desde Tete (Mozambique)
                                                                                                       Abril 2013



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